
El justo por la fe vivirá
- Inicia sesión o regístrate para enviar comentarios
- 49 vistas
—Keiner E. Barrantes
En el contexto del libro de Habacuc, ¿qué significa la expresión “el justo por la fe vivirá”? Primero, permíteme compartir que la expresión hebrea es bastante más rica y sustanciosa que la expresión que encontramos hoy en este libro de Habacuc y en varias ocasiones en los libros del Nuevo Testamento. Como prueba de ello, basta decir que distintas traducciones de la Biblia incorporan las ideas de fidelidad y confianza en esta expresión. Creo que, tras considerar las circunstancias en que Habacuc se encontraba, tiene mucho sentido que Dios haya respondido en términos como "cree", "sé fiel" y "confía". Veamos…
El profeta Habacuc vivió durante las últimas décadas del reino del sur, décadas de idolatría e injusticia. A lo lejos, Habacuc veía la creciente amenaza caldea, y sabía que nada bueno se aproximaba. Sin embargo, contrario a lo que a menudo hacían los otros profetas, Habacuc no acusa a Israel. Más bien, sus palabras ni están dirigidas al pueblo de Israel. En realidad, el profeta se dirige a Dios mismo con preguntas agonizantes. ¿Cómo puede decirse de Jehová que es bueno si la condición de Israel ha llegado a ser trágica y depravada?
Las palabras de Habacuc son lamentos, algo similar a los lamentos que encontramos en el libro de los Salmos. El profeta da a conocer sus quejas y luego le hace ver a Dios cuánto sufrimiento e injusticia hay por todas partes. Habacuc quiere que Adonai intervenga: “¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia?”
El libro empieza con un intercambio argumentativo entre Habacuc y Dios. El profeta presenta dos quejas y Dios le ofrece dos respuestas. Para empezar, Habacuc argumenta que la condición de Israel se ha vuelto insoportable. Hay violencia e injusticia por todas partes, no hay respeto por la ley, y los gobernantes corruptos toleran la maldad.
De repente, Dios responde. Dice que está muy consciente de la corrupción de su pueblo, y que traerá a los ejércitos de Babilonia para hacer juicio contra Israel. Sí, él usará a un imperio cruel y abominable para devorar a Israel debido a su maldad.
Habacuc no puede creer lo que oye y lanza su segunda queja. "¡Babilonia es mucho peor que Israel!" Son más corruptos, más violentos, hasta elevan su poderío militar a la categoría de una deidad. Tratan a los humanos como animales. Devoran naciones para construir su imperio.
Habacuc continúa con su argumento: “¿Cómo puedes tú, un Dios santo y bueno, utilizar a naciones tan corruptas como instrumentos?” Ahora sí, Habacuc ha lanzado una pregunta difícil. Es más, se coloca como atalaya en el muro de la ciudad, por así decirlo, a esperar la respuesta.
Dios le responde. Pero no solo le responde. Lo manda a escribir lo que vea y oiga, y le revela una visión acerca de un tiempo en el futuro, una visión que vendrá, aunque parezca tardarse. Incluso, parece tratarse de una visión para tiempos finales, como se desprende de cierta traducción de Habacuc 2:3. Luego, en el siguiente versículo (v.4), Dios habla de dos maneras de responder a la visión. ¿Cómo responde el soberbio y cómo responde el justo? ¿Y cómo respondes tú? El justo por la fe vivirá.
Jehová explica que la violencia y la opresión de las naciones genera un ciclo interminable de venganza. Y Dios utiliza dicho ciclo para levantar y hacer caer a las naciones. Por lo tanto, Babilonia caerá, pero no solo Babilonia. La visión habla de la maldad y la violencia hecha a la tierra (2:17), y del juicio de Jehová contra tanta maldad, dice: “Con ira hollaste la tierra, con furor trillaste las naciones”. Es decir, la visión hace de Babilonia el modelo de injusticia, pecado y maldad para todas las naciones de la tierra. Y el juicio de Jehová contra las naciones será también el juicio contra Babilonia.
Luego, la revelación de la visión y la indignación de Jehová se va desarrollando por medio de una serie de ayes que describen las injusticias y opresiones perpetradas por las naciones. Los primeros dos ayes exponen la avaricia de las naciones. Por ejemplo, la manera en que los ricos cobran intereses desorbitantes y construyen sus riquezas con maldad.
El tercer ay es una crítica contra la opresión del trabajador y el maltrato humano. El cuarto ay va dirigido contra el desenfreno y el libertinaje de los gobernantes y dirigentes que deberían velar por el pueblo. Mientras el pueblo sufre debido al gobierno desordenado, los líderes se desenfrenan y malgastan mucha riqueza en la inmoralidad y el vino.
El último ay expone la idolatría, que es el motor que mueve a las babilonias. Las naciones se postran delante del dinero y el poder militar y le juran lealtad incondicional. Y es así como la gente se vuelve esclava de su propio imperio.
El capítulo tres empieza con un reconocimiento de parte de Habacuc. “Sí, Adonai, recibí tu respuesta. Estoy maravillado, tus obras son asombrosas. Obra ahora mismo, haz lo que vas a hacer, pero aun en tu ira, no olvides la misericordia”. Más tarde, el profeta continúa describiendo la grandeza y magnificencia de Jehová para luego poner toda su confianza en Dios.
Habacuc está preparado para ver el castigo horrible que vendrá; está preparado para el día de la angustia (3:16). Finalmente, el profeta ha entendido… ¿Qué dice Habacuc? Venga lo que venga, “yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza”.
Cuando pensamos en la apostasía de los tiempos postreros y la condición fría y caída de la iglesia por todas partes, no hay duda de que las condiciones son muy semejantes a las que conoció Habacuc. Cuando pensamos en el día terrible que se aproxima (Malaquías 4:1), “el día de Jehová, grande y terrible” (Malaquías 4:5), no hay duda de que la amenaza que se levanta sobre las naciones y la iglesia apóstata es temible como lo era en los días de Habacuc. Cuando vemos los paralelos, concluimos que la visión de Habacuc era para su día y para nuestros días. Incluso, esperamos todavía hoy que Dios salga para socorrer a su pueblo (3:13).
Frente a tanta maldad y tan inminente juicio, en los días de Habacuc o en nuestros días, el justo encuentra vida cuando cree y confía en el soberano Juez de toda la tierra y en el camino de salvación que el Hijo nos abrió. Por eso dice la respuesta divina: “El justo por la fe vivirá”. Jehová reina; él castiga y él redime.
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo” (Apocalipsis 22:12). ¿Tienes tú la confianza de Habacuc?