
¿Una tercera guerra mundial?
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—Lorenzo Ebersole
Hace unos días, en el vano intento por ponerse de acuerdo los presidentes de Ucrania y Estados Unidos, Trump acusó a Zelensky de estar jugando con fuego y que podía romper la tercera guerra mundial.
Este tema ha surgido últimamente, después del ataque de Israel a las centrales nucleares iraníes, con la escalada del conflicto entre Ucrania y Rusia y luego la revisión de su doctrina nuclear por parte de Rusia. ¿Nos encontramos al umbral de otro conflicto global?
La historia se repite. El estudio de la historia misma así lo demuestra. En términos generales, el hombre ha mostrado las mismas tendencias desde la creación. Las civilizaciones han caído en los mismos ciclos y repetido los mismos errores. Desgraciadamente, la guerra ha sido una constante desde el comienzo de la civilización.
¿Podría darse una tercera guerra mundial en nuestros días a pesar de que no se ha desatado un conflicto global en décadas recientes? A pesar de tantas guerras por todas partes, ¿cómo es que el mundo no ha experimentado una tercera guerra mundial en los últimos casi cien años?
Para empezar, el temor a un enfrentamiento entre potencias nucleares ha evitado conflictos más amplios. ¿Qué pasaría si ocurriera un enfrentamiento nuclear entre potencias militares como Rusia y Estados Unidos? Sin duda, la serie de eventos a desencadenarse sería catastrófica. Todas las naciones poderosas quieren armamento nuclear, aunque reconocen que emplearlo equivaldría a un suicidio global.
Otro factor que durante décadas ha contribuido a evitar un conflicto global es la forma en que los poderes aliados, después de la segunda guerra mundial, invirtieron en la reconstrucción de los países derrotados. Después de la primera guerra mundial, a Alemania le tocó pagar los gastos ocasionados por su guerra expansionista. Por supuesto, Alemania no pudo saldar esta deuda, lo que creó condiciones de resentimiento que a la postre facilitaron la llegada de la segunda guerra mundial. Al parecer, los gobiernos aprendieron la lección, y después de la segunda guerra mundial, los poderes victoriosos destinaron muchos recursos a la reconstrucción de los países derrotados como Alemania y Japón. Esta inversión fomentó intercambios económicos entre países que contribuyeron a preservar la paz durante décadas.
Al pensar en los dos conflictos globales en las primeras décadas del siglo XX, vemos algunos factores comunes en su incendio.
La avaricia de las naciones en crear su propio imperio claramente fue un factor común que ocasionó ambas guerras. Es la avaricia la que lleva a cierto territorio al conflicto para engrandecerse. La expansión de los imperios y la conquista de territorio vecino por supuesto causó conflictos. Este fue especialmente el caso de Alemania al comienzo de la segunda guerra mundial. Al parecer, la avaricia por el poder y la gloria cegaban el sentido común. ¿Cómo era posible que el pueblo alemán creyera las promesas de Hitler cuando este hablaba de un “Reich” (reino) que duraría mil años? ¿Cómo pudieron aceptar su idea de mejorar la raza humana al crear una raza superior?
Otra razón que llevó a Hitler al triunfo fue el deseo de un mejor futuro para los alemanes. Alemania había sufrido intensamente en la primera guerra mundial. Los alemanes habían perdido todo, incluso su orgullo nacional, y Hitler prometía devolvérselo.
Otro factor común que facilitó estas dos guerras fue la formación de los ideales del nacionalismo que se arraigaron a mediados del siglo XIX. La identidad nacional tomaba el lugar de la identidad religiosa en la mente de muchos europeos. Este nacionalismo unió países como Alemania e Italia, y creó divisiones en el imperio austriaco, donde se inició la primera guerra mundial. También unió a los pueblos bajo sus respectivas banderas, y a su vez dividió a Europa en un campo de batalla complejo.
Aparte del nacionalismo, otro factor que influyó muchísimo en las dos guerras mundiales fue el control de la información. En la primera guerra mundial, el gobierno de Inglaterra inclinó a los Estados Unidos a que lo apoyara con información sesgada. Esta también fue una de las razones del triunfo de Hitler: hacía propaganda que apoyaba su causa y reprimía toda voz contraria. Los nazis se encargaron de la quema de libros no autorizados y la eliminación de voces contrarias de manera despiadada.
¿Habrá cambiado mucho la condición hoy día? La avaricia por el poder, la riqueza y el control de la información siguen siendo el statu quo. Lo que sí ha cambiado en cierta medida es el sentir de nacionalismo. Todavía existe el nacionalismo, pero está surgiendo otro -ismo: el globalismo. El mundo se une cada vez más y fuertes voces proponen un estado global. ¿No sería esta más bien la respuesta a los conflictos del mundo?
Pienso que más bien es lo contrario. El globalismo facilitará que el poder se consolide en manos de unos cuantos hombres escogidos: hombres corruptos que buscan sus propias agendas.
¿Vendrá una tercera guerra mundial? Según mi parecer, será un fin inevitable, a menos que regrese el Señor antes. Quizás hablo demasiado negativamente, pero al ver la historia sabemos perfectamente que la respuesta para el hombre no se encuentra en el hombre. La esperanza del ser humano se arraiga en Dios. Por esto pedimos “Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. El reino de Dios es y será un reino de paz, prosperidad y seguridad. Veamos una descripción en Isaías.
Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura (Isaías 11:1-5).
Luego, el pasaje pinta cuadros maravillosos de paz entre los animales y el ser humano. Hay paz, armonía, seguridad… Culmina la descripción del reino de Cristo Jesús con estas palabras:
“No harán mal [¿incluso los animales mortíferos?] ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9).
¿Quién no desea disfrutar de esta paz duradera? ¡Qué encanto vivir dentro de una sociedad “llena del conocimiento de Jehová”! Para esto fuimos creados, y un día se cumplirá en su perfección.
“Amén, ¡sí ven, Señor Jesús!”