Confianza en los caballos (Parte 2)
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—Lorenzo Ebersole
La cautela dada por Dios en cuanto al uso de los caballos entre el pueblo de Israel es algo que despierta muchas preguntas en mi mente. Quisiera ver algunas de estas preguntas y tratar de contestarlas. Aunque nunca podremos entender todos los designios de Dios, creo que a Dios le agrada que seamos inquisitivos para entender mejor la verdad de su Palabra.
¿Por qué creó Dios al caballo si sería tropiezo para su pueblo?
El libre albedrío es una parte importante del diseño de Dios para la humanidad. Me asombro al pensar en el hecho de que los seres humanos tenemos la libertad de tomar decisiones en contra de un Dios todopoderoso y perfecto, y que él incluso usa decisiones equivocadas para llevar a cabo sus propósitos. Dios no tenía que haber creado el árbol del conocimiento del bien y del mal en el huerto de Edén. Sin embargo, él ha escogido darnos las facultades para escoger el bien o el mal. Dios nos ama y por eso desea intensamente que escojamos obedecerle; sin embargo, permite; es más, creó las circunstancias en las cuales el ser humano pudiera tomar decisiones en su contra.
¿Qué le interesaba a Dios: el uso de los caballos o la confianza en él?
A simple vista, yo rápidamente diría que el asunto principal en verdad era el corazón. Sin embargo, me pregunto si al contestar esa pregunta de esta forma doy lugar al pensamiento dualista. Me puedo imaginar a Salomón en su disertación, explicar con gran detalle por qué no era relevante el mandamiento de los caballos. “Sí, claro, Dios desea que pongamos nuestra confianza en él. ¡Podemos poseer caballos y aún confiar en Dios! Deuteronomio 17 no trata del asunto de los caballos; trata de la confianza...”
¿Podemos pensar en una cosa para luego hablar y hacer otra? ¿Podemos dividir entre lo espiritual y lo material? Es un engaño pensar que podemos vivir así a largo plazo. Nuestra vida procede de lo que meditamos; nuestras decisiones materiales determinarán nuestro estado espiritual. O sea, vivimos nuestra vida espiritual en un mundo material. ¿Cómo podemos decir con certeza que hemos depositado toda nuestra confianza en Dios si no hemos tomado decisiones basadas en exterminar todo objeto en que podríamos colocar nuestra confianza? ¡Hay que desjarretar todos los caballos!
¿Por qué no leemos más reprensiones de Dios hacia su pueblo sobre este asunto de los caballos?
Dios miraba los caballos y el pueblo oía su reprensión. Sin embargo, había asuntos más grandes que tratar, y creo que Dios les dio mayor prioridad a estos asuntos. Sin embargo, Dios sí tiene una voluntad perfecta en todo aspecto de nuestra vida y es nuestra responsabilidad discernir cuál es esa voluntad.
Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios (Filipenses 1:9-11).
¡Aprobemos lo mejor! Sigamos el ejemplo de Josué que desjarretó todos los caballos de aquellos ejércitos.
¿Qué podemos decir del rumbo generacional?
Vale la pena recalcar que las decisiones de una generación influyen la dirección de la siguiente generación. ¿Influyó la decisión de David en no desjarretarle cien caballos a Salomón? ¿Qué hubiera pasado con Salomón si David hubiese sido tan fiel como lo fue Josué en este caso?
No propongo que nuestras decisiones las determina la generación anterior, sino que la vida y por ende la enseñanza de la generación pasada ejercen mucha presión sobre el rumbo de vida que hoy llevamos. Nosotros también dejaremos un legado a nuestros hijos. ¿Cuál será el legado de tu vida?
¿Cuáles son los caballos de hoy?
¿Cuáles cosas se prestan para darnos una seguridad falsa? ¿Cuáles cosas pueden privarnos de nuestra legítima confianza en Dios? Creo que una respuesta a esta pregunta son los bienes materiales que son tan importantes para nuestra sociedad materialista. El dinero y todo lo que este consigue: tierra, vehículos, estilo de vida, cosas... Nuestra economía gira en torno al dinero, y nos vemos obligados a usarlo. ¿Pero reconocemos cuánta influencia ejerce lo externo sobre lo interno? ¿Será posible poner nuestra confianza en Dios mientras nuestro enfoque es aumentar nuestro poder económico? ¿Fue posible que Salomón pusiera su confianza en Dios y a la vez aumentara sus bienes?
En la historia de la humanidad, se deja ver la tendencia de repetir los mismos errores vez tras vez. Aprendamos de los errores del pueblo de Israel.
"Señor, enséñame a desjarretar todos los caballos que me alejan de una confianza perfecta en ti".