“¡Pero Google lo dice!”

“¡Ingiere algodón con vaselina para adelgazar!”

“Los científicos al fin han logrado un sistema de movimiento perpetuo”. 

“¡Las grandes compañías de fármacos jamás querrán que sepas esto!”

“El mundo es plano, ¡no te dejes engañar!” 

 

¡La cantidad de información disponible para el ser humano ha estallado! No se requiere navegar mucho en internet para hallar declaraciones semejantes a las anteriores. Para la persona que comienza a navegar en línea, la cantidad de información es abrumante y, lo peor, es tan difícil diferenciar entre lo verdadero y lo falso. Básicamente se puede buscar cualquier declaración ingenua, y alguien ya la subió.

Hay una tendencia humana de sesgo hacia nuestras predisposiciones. Si yo temo que las compañías farmacéuticas están tomando decisiones basadas en el dinero, y no en el bienestar de la humanidad —¿y quién lo duda?— entonces hallaré cualquier cantidad de información falsa y verdadera que valide mi pensamiento.

Obviamente el mundo de hoy tambalea y duda de los mismos sistemas en los cuales confiaba antes. Los sistemas de educación, salud, comunicación, por no mencionar la de la defensa de los países, atraviesan un momento de tortura. Propongo que en gran parte se debe al Internet. Todos nos asombramos del acceso fácil a la información cuando se inventó el internet. Parecía la solución a los problemas del hombre, especialmente para aquellos que se les enseñó que la falta de información era el problema principal de la humanidad. 

Al hallarnos en el cenagal de esta información, nos damos cuenta de que hay un libro antiguo que ya nos ha advertido de todo esto. Es un libro que no solo provee declaraciones verídicas, sino que nos provee de un paradigma para saber cómo interpretar la realidad en este mundo. Es el único libro confiable en este pantano informático en el cual nos encontramos. Tan confiable se ha probado, porque ha predicho lo que sucederá en el mundo, con el cien por ciento de veracidad. Nosotros lo llamamos las Sagradas Escrituras.

Propongo que volvamos a esta roca en tiempos como estos. Veamos algunas verdades que contiene: 

  1. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará (Daniel 12:4). Solo pregúntate qué pensaría Daniel si de pronto entrara en Atlanta, EE. UU. en el aeropuerto de mayor movimiento del mundo, a las 5:00 de la tarde, cuando todos regresan a casa. Bastaría con pocos minutos en los trenes subterráneos que unen las terminales aéreas para que Daniel sonriera y pensara: “¡Se están cumpliendo las palabras que escribí en Babilonia!” Solo podemos imaginarnos cómo se sentiría él al salir del sótano en las escaleras movibles, y ver las miles de almas subirse a los aviones y volar de una ciudad a otra, sin mostrar asombro alguno. Recordemos que este aumento de información solo demuestra que estamos más cerca del fin. El cristiano vivirá diferente, porque sabe que esta tierra será quemada. 
  2. Profesando ser sabios, se hicieron necios (Romanos 1:22). Muchos enseñan que, si tan solo el hombre tuviera la información correcta, entonces escogería lo mejor. Los últimos años nos han mostrado cuán equivocados están. Otra vez, la Biblia lo había predicho desde antes. El conocimiento es la adquisición de datos e información, y ahora es muy fácil lograr el conocimiento en internet. Al contrario, la sabiduría es saber cómo aplicar el conocimiento a la vida diaria. El internet provee mucho de lo primero, pero muy poco de lo segundo. 
  3. Nada hay nuevo debajo del sol (Eclesiastés 1:9). Aunque los métodos de trabajo han cambiado, las expresiones en los rostros y el ajetreo de las masas siguen iguales como cuando en la época de Salomón laboraban y transformaban su entorno. La gran mayoría de las personas buscan vestirse, comer y dormir mejor. Los deseos y temores del mundo son los mismos, con diferentes rostros. 
  4. No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración (Isaías 8:12). Desde los días de Isaías ya había conspiraciones e información oculta que prometía nuevos entendimientos en cuanto a la realidad. ¡Ojo con esto! Más bien, si observamos detenidamente, nos damos cuenta de que esta fue la misma mentira con la cual Satanás engañó a Eva. Su conocimiento la libraría. ¡Y qué gran mentira! Al igual que en aquel entonces, siempre habrá los que inventan conspiraciones e intentan socavar el control de los gobiernos por medio de sembrar temor en las masas. Jesús nos trajo un mensaje diferente. Nos dijo que no nos debemos afanar por nuestra vida, ya que es pasajera.
  5. Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre (Isaías 40:8). Todo lo que vemos será destruido. Lo que no vemos permanecerá. En tiempos como estos, en los cuales la información cambia cada día, podemos anclar nuestro corazón en la Palabra de Dios. Esta no cambia, e incluso en este tiempo moderno está más al día que las noticias de última hora. Nunca pasa. Siempre contiene la verdad absoluta. Y si la creyéramos más, la estudiaríamos más y creeríamos menos en la muchedumbre de voces que nos rodean. 

Con estas verdades bíblicas en nuestra mente, quisiera añadir algunos puntos prácticos que nos pueden ayudar en estos momentos de información tan abundante e incierta. ¿Cómo puedo saber si cierta información es verdadera? 

  • Busca información confiable. No permitas que la serpiente te hable de cualquier manera. Hay sitios web que son confiables, y hay otros que no, y cuesta distinguir entre ellos. Nota qué tan cerca está lo que se enseña con lo que dice la Biblia. Cuanto más lejos esté de la sabiduría bíblica, más lejos está de la verdad en otras áreas también. 
  • Nota al autor. Con pocos clics del ratón puedes darte cuenta mucho sobre la persona que hace ciertas aseveraciones. 
  • Indaga la autoridad de la persona que habla. Solo porque alguien se viste de blanco no quiere decir que es doctor. No permitas que te metan gato por liebre. 
  • Busca las fuentes de la información. ¿En qué se basa la información que lees? ¿Tienen sus fuentes descritas al pie de la página? A veces lo que menos quieres hacer es revisar las fuentes, pero la verdad es que hay que dejar la pereza y asegurarse de las cosas antes de creerlas o repetirlas. Hasta los medios profesionales han caído en el error de promover cierta información sin revisar adecuadamente la fuente. 
  • No creas a lo colorido. Entre más colorida y llamativa sea la pancarta, más debes dudar de esta. La información falsa se tiene que vender, y esta es una de las maneras en que lo hacen. Si algo parece milagroso, ten cuidado. No existen soluciones fáciles a los problemas antiguos, y si parece demasiado bueno como para creerlo, ¡seguramente lo es! 
  • Pregúntate cuál es el propósito del que escribió esta información. Si estás en una página que describe cierto remedio milagroso, y después te lo quieren vender, ¡ten cuidado! Su propósito de ganar dinero es patente. Hay muchas religiones falsas que quisieran engañar a las masas. 
  • Recuerda tu falta de sabiduría. Tú eres propenso al sesgo y las predisposiciones peligrosas. El sabio entiende que está rodeado de información falsa y anuncios engañosos, y condiciona su mente para hacerle frente a esta realidad. Debes pedirle a Dios constantemente que te dirija en tu vida, para poder obtener la sabiduría verdadera. Cuando la alcances, no solo vas a saber los datos importantes; sabrás cómo ajustar tu vida según estos datos para que sean de provecho para tu vida y la vida de los que te rodean. 

Al fin de la vida, reconoceremos que no había que creerle todo a Google. Reconoceremos que hubiera sido mejor seguir las instrucciones de las Sagradas Escrituras en Santiago: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). ¡Bienaventurado aquel que lo cree desde hoy!

—Jacinto Yoder

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