¿De dónde? ¿Por qué? ¿Hacia dónde?
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Escuché a un orador que dijo que las tres preguntas más frecuentes hechas por el hombre son: “¿De dónde vengo?”, “¿Por qué estoy aquí?” y “¿Hacia dónde voy?” Quizá no nos hagamos estas preguntas exactamente con estas palabras, pero a todos nos preocupa el propósito de nuestra vida.
¿De dónde vengo?
Esta pregunta básica realmente no tiene que ver con tu nacionalidad, raza, lugar de nacimiento o familia. Otra manera de hacer la pregunta sería: “¿Por qué razón he nacido?” Quizá digas que naciste como resultado de la relación entre un hombre y una mujer. De hecho, la Biblia dice que naciste “de voluntad de carne”.
Aún más significativo, naciste con un propósito. La Biblia lo dice de esta manera: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11). La Biblia habla de varios profetas que fueron escogidos por Dios aún antes de haber nacido, escogidos desde el vientre de su madre. Dios nos ha creado a cada uno para su gloria y con un potencial que él puede usar. (Piensa en todo el potencial destruido mediante el aborto).
Muchos nacen en hogares donde sus padres realmente no los aman ni los cuidan. Quizá sus padres ni los desearon en un principio. Incluso si hemos nacido en tal situación, la Biblia nos enseña que Dios realmente nos ama y desea lo mejor para nosotros. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
¿Por qué estoy aquí?
Esta pregunta se relaciona muy de cerca con la primera, pero es más pertinente al presente. Miles de personas sienten que no tiene caso vivir día a día. Enfrentan la vida con muy poco entusiasmo, porque esta les parece inútil. Una respuesta satisfactoria a esta pregunta depende de otra pregunta que hizo un escritor de himnos: “Tú, ¿qué harás con Cristo?” Con Jesucristo el Hijo de Dios como nuestro Salvador y Señor personal tenemos una razón por la cual vivir. Podemos vivir para complacerlo. Podemos contarles a los demás de su necesidad de Cristo. Podemos animar a los hermanos en Cristo en la iglesia y a la vez recibir ánimo de ellos.
¿Hacia dónde voy?
La respuesta a esta pregunta se basa en la respuesta a las dos preguntas anteriores. Si comprendemos cuál es el plan de Dios para nuestra vida y vivimos para él, nuestro destino será el cielo. Por otro lado, las personas que no tienen metas ni objetivos en la vida normalmente terminan en la desesperación. Un objetivo digno en la vida es el de ayudar a otros. Pero nuestra meta no debe llegar hasta ahí, porque aún seguiríamos sin alcanzar el verdadero sentido de la vida. Seguiremos sin poder contestar de manera satisfactoria la pregunta: ¿Hacia dónde voy? La Biblia dice: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”. Necesitamos una meta más allá de esta vida. Debemos vivir a la luz de la eternidad que viene después de la muerte, nuestra propia eternidad y la de las personas que influenciamos.
¿Cómo respondes a estas preguntas en cuanto al objetivo y sentido de la vida? ¿Buscas las respuestas en la Palabra de Dios, la Biblia, y por medio de la sumisión al Hijo de Dios, Jesucristo?
La manera en que respondes estas preguntas cambia todo en este mundo, y en el porvenir.
*Tomado de Una mano amiga 23