¿A qué se refiere la Biblia cuando menciona pecados ocultos?

Respuesta

El versículo más conocido en cuanto a este tema podríamos decir que es el Salmo 19:12: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos”. En este caso el salmista busca comprender su propio corazón, y desea que Dios lo libre incluso de los pecados que él mismo no conoce. ¡Su deseo es muy noble!

Si somos honrados, todos sabemos que tenemos puntos ciegos, o errores ocultos. Lo interesante es que por lo general están a plena vista de los que nos rodean. Esto causa un problema entre nuestros semejantes, cuando algún hermano no ve su propia insensatez. Aunque estos pecados pueden ser graves, son aún más dañinos los pecados que ocultamos intencionalmente. 

En Proverbios 9:16-18, vemos la oferta de la mujer insensata que le dice a cualquier simple: “Ven acá. (…) Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso. Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del Seol”. Desde el principio se ve que el padre de la mentira promete pura falsedad. Muchos humanos nos hemos despertado, después de pecar, como con la boca llena de cascajo. Aunque al principio se siente una cierta dulzura pasajera al pecar, el sabor del pecado consumado es amargo y roe nuestro interior. 

Al parecer, en la ley de Moisés los yerros o los pecados de algunos permanecían ocultos intencionalmente. Dios hizo provisión para estos pecados, y en Levítico 4:13 los instruyó a lidiar con los tales. 

En cuanto a pecados ocultos en un tercero, Números 5:13-31 nos muestra que Dios no permitía juzgar a la mujer de la cual dudaba su marido. Tenían que haber testigos para poder enjuiciarla por adulterio. La duda se llevaba ante los sacerdotes, y ellos daban de beber aguas preparadas a la mujer de carácter dudoso. Dios mismo haría manifiesto el pecado que los sacerdotes limitados no reconocían. 

Jesús sigue este mismo hilo cuando les habla a los fariseos hipócritas: “Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas” (Lucas 12:2-3). Amigo hermano, si tú y yo tenemos pecados ocultos, mejor permitamos que Dios y otros los conozcan. ¡Mejor arrepintámonos! 

A como dice el dicho: “El sol no se tapa con un dedo”, ni tampoco nosotros correremos largo con un corazón lleno de problemas. Si no hemos logrado ver nuestros errores, pidámosle a Dios que nos los revele. Y si los conocemos, no tratemos de taparlos. De todas maneras, Dios todo lo ve: “Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto” (Salmo 38:9). 

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