Si tengo pecados ocultos, ¿cómo procedo a limpiarme de estos?

Respuesta

Desde que Adán y Eva pecaron, Dios quiso que ellos entendieran que él veía todo. Cuando pecaron, le preguntó al hombre: “¿Dónde estás tú?” Notamos que la pregunta era retórica, porque Dios bien sabía dónde estaba y qué había hecho. 

Aún hoy en día, Dios quiere que nosotros aprendamos esta lección tan importante. “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?” (Jeremías 23:24). Podemos escondernos de nuestros semejantes, por un rato, pero nunca podemos escondernos de Dios. Verdaderamente, es más crítico lo que piensa Dios de nosotros, no lo que piensa el hombre. 

Al encontrarnos culpables delante de Dios, la Biblia nos muestra un camino al alivio de nuestra pena. Para comenzar, es importante tener un entendimiento correcto de quién es Dios y quién soy yo. Romanos 3:4 lo dice así: “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Cuando entendemos que no solo hemos pecado, sino que pertenezco a una raza humana caída y mentirosa, entonces puedo hallar la solución. Es como el que desea pasar consulta médica; ¡primero tiene que aceptar que está enfermo! Solo así hallará la sanidad. 

Los pasos al arrepentimiento nos llevan a creer que Jesús es la solución para el pecado del hombre. 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 

Jesús nos manda a vivir en transparencia todo el tiempo. También Pablo insta a Timoteo a comprender que “los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después. Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas” (1 Timoteo 5:24-25).  Vemos claramente que si no enfrentamos nuestros pecados ahora, los enfrentaremos al final. No hace falta subrayar que es mejor que se manifiesten antes que después. ¡Hay perdón y esperanza para el que vive en transparencia!

Digamos con el apóstol Pablo: “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Corintios 4:2). Con un corazón contrito que reconoce su pecado y vive en luz, podremos ver a Dios. 

¿Tienes una pregunta que no encuentras en este sitio? ¡Haz tu pregunta!

?¿Tienes una pregunta?