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¿Por qué me he enfriado en cuanto a buscar a Dios?
Hace unos meses, mi pareja y yo estuvimos a punto de entregarnos a Dios. Visitamos una iglesia con el fin de casarnos y arreglar la vida. Ha pasado el tiempo, y hemos perdido el ánimo de aceptar a Cristo.
Amigo, tu historia no es nada extraña. Por razones obvias, el enemigo del alma busca desalentarnos, lo cual es su deseo principal. Hay un dicho que reza así: “El camino al infierno está lleno de buenas intenciones”. El problema no es que carezcas del deseo de hacerte cristiano. La victoria está en vencer lo que te impide.
En primer lugar, quisiera animarte con el versículo en 2 Pedro 3:9 que dice que Dios no quiere “que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. Para abrir el tema, podemos ver que jamás es el plan de Dios que el hombre se pierda. Dios hace todo lo posible por ayudarnos a reconciliarnos con él.
El verdadero atraso está en el corazón indispuesto del hombre. Hay algún razonamiento necio que te da razones porqué seguir esperando. Podría ser alguna raíz de amargura. Un pecado que te cuesta abandonar. O quizás alguien en tu vida se burlará de ti si tomas una decisión tan seria.
Con todo, quisiera darles unos consejos a ambos, de manera personal:
- Toma nota de lo que sucede. Piensa dónde estás y para dónde vas. Habla francamente contigo mismo y reconoce qué es lo que te impide. Habla la verdad contigo mismo, y luego pregúntate si verdaderamente vale la pena esperar por esa razón.
- No permitas que los hipócritas te desanimen. Muchas personas han dicho lo siguiente: “Para ser como fulano, mejor no soy cristiano”. Si has hallado hipocresía entre los cristianos, no debes desanimarte por eso. Nadie deja de ir de compras solo porque hay algunos hipócritas en la tienda. Nadie deja de tomar licor con personas que tratan a su esposa hipócritamente. Lo más tremendo es que al no aceptar a Jesús, estás reservando tu lugar seguro entre todos los hipócritas y su destino final: el infierno. Solo si escoges seguir a Jesús hoy puedes ser salvo de la hipocresía. Y cuando reconozcas tu propia pecaminosidad, no te detendrá la hipocresía de nadie.
- No permitas que las personas que te rodean tomen la decisión por ti. Aunque el hombre sabe que la salvación es personal, muchas veces se convence a sí mismo que las personas lo pueden impedir. Sí, es cierto que puedes perder cierta amistad o sufrir el rechazo de tu familia, pero recuerda que Jesús ya pasó todo esto. Además, ellos no estarán a tu lado cuando te toque comparecer ante el juez de todo el universo.
- Escucha la voz de Dios. No es posible que no sientas el llamado de Dios en tu vida. El simple hecho de que digas que estuviste cerca de rendirte a él te debe ser claro que él te llama. De ti depende escuchar esa voz. Si pasas mucho tiempo resistiendo la voz de Dios, su voz se atenuará, y sentirás que una dureza entra en tu corazón. Son muchos los que terminan amargados y cínicos ante la vida.
- Toma responsabilidad por tus hechos. Cuando la persona realmente reconoce que tiene necesidad de Dios, tomará responsabilidad completa por su parte del problema. Es difícil llegar a este punto, pero Jesús mencionó a dos tipos de personas en Lucas 18. El fariseo oraba consigo mismo de la siguiente manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano”. En contraste, el publicano no culpó a los demás por sus problemas. Sus palabras fueron sencillas: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. De este modo, Jesús nos dice que el publicano descendió a casa justificado.
Amigo, al acercarte a Dios, recibes la gran oportunidad de hacerlo tu Señor y Salvador personal. Al tomar este gran paso de fe, podrás tener comunión con él, y te abrirá el corazón a nuevas verdades que jamás has conocido. La vida tendrá sentido, y el corazón se sentirá libre. ¡Espero que pronto te decidas!