¿Quién es el varón que Daniel miró cuando estaba a la orilla del río Hidekel?

El pasaje se encuentra en Daniel 10:4-6. El maestro de la clase dominical de nuestra congregación dijo que este varón es Jesucristo, porque las referencias apuntan a Apocalipsis donde las visiones se tratan de Jesús. Otros dijimos que el varón más bien se trata de Gabriel u otro ángel. Sin embargo, no pudimos asegurar quién es realmente el varón.

 

Respuesta

Veamos el texto mencionado en dicha clase dominical para tratar de identificar a este personaje glorioso: 

Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel. Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud (Daniel 10:4-6). 

En primer lugar, notamos que la descripción de este varón es muy parecida a la de Juan, cuando vio al Hijo del Hombre en Apocalipsis 1. Por esta razón, los que escribieron las notas al pie de página en la Biblia hacen referencia a Apocalipsis. Hay que recordar que no fue el autor del libro el que colocó estas notas allí, aunque la experiencia de Daniel al parecer coincide muy bien con lo que le sucedió a Juan en la isla de Patmos. 

En segundo lugar, vemos que el efecto que este personaje tuvo sobre Daniel era mucho mayor que el que había tenido el ángel Gabriel sobre Daniel en el capítulo 9, versículo 21. Esto indica que aquel varón era mayor que Gabriel, y sabemos que Gabriel y Miguel son los arcángeles mayores que menciona la Biblia. 

Si seguimos leyendo el texto, también notamos que en el versículo 21 dice: “Yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe” (énfasis nuestro). Notamos que este personaje era mayor que Miguel el arcángel, porque lo designó como su ayudante. 

En conclusión, deducimos que el varón se refiere a Jesús mismo. En las ocasiones en que Dios se presenta al ser humano y pecador, la persona tiene que ser fortalecida, porque en el cuerpo mortal no es posible ver a Dios y vivir. 

A Daniel le resultó muy impresionante oír las palabras: “Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate” (v. 19). Con este varón de su parte, el pueblo de Dios podía enfrentar cualquier tribulación que le sobreviniera al desencadenarse los grandes acontecimientos mundiales. 

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