¿Cambió Jesús el día de reposo al domingo?

Respuesta

Desde el principio, al crear el universo, Dios establece un patrón de seis días de trabajo por uno de descanso. Al descansar el séptimo día, nos muestra un principio importante: El hombre necesita descansar. Por esta razón dice: “Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación (Génesis 2:3). Al bendecir y santificar el séptimo día, establece el concepto de la semana laboral. 

Algunas civilizaciones han intentado cambiar esta razón de 6 a 1, pero no les ha funcionado. Como Creador, Dios conoce el límite de la fuerza humana, y nos da la solución perfecta. El hombre no es omnipotente, y por eso necesita sacar un día de siete para descansar. Dios lo hizo primero, para darnos ejemplo. 

Al recibir Moisés la ley en el monte Horeb, se le dieron instrucciones básicas en cuanto a cómo guardar este día santificado desde la creación. No debían prender fuego ni recoger leña. Debían hacer el trabajo el día antes, para poder descansar en ese día especial.

Sin embargo, había una excepción: los sacerdotes sí debían “trabajar” al prender fuego, sacrificar animales en este día, y circuncidar a los niños que cumplían ocho días de nacidos. Todo esto se hacía en el templo. Por ser la obra de Dios, ellos quedaban exentos con el trabajo diario del templo. “¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa?” (Mateo 12:5). 

Deuteronomio 12:9-10 explica qué tipificaba el día de reposo, el que buscaban los hijos de Israel al vagar por el desierto. “Porque hasta ahora no habéis entrado al reposo y a la heredad que os da Jehová vuestro Dios. Mas pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que Jehová vuestro Dios os hace heredar; y él os dará reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitaréis seguros”. 

Al entrar en la Tierra Prometida, Israel reposó de sus labores en el desierto, y de sus enemigos. Cuando desobedecieron a Dios en su tierra heredada y profanaron sus días de reposo, los israelitas fueron enviados al exilio. Interesantemente, la razón por la cual fueron exiliados era clara; era por no guardar las leyes de reposo de Dios en la Tierra Prometida, incluyendo los años séptimos de reposo y el año de jubileo. Al rechazar el reposo que Dios les había regalado, fueron exiliados a Babilonia y volvieron otra vez al “trabajo” o la esclavitud de “Egipto”. 

Cuando Jesús vino a la tierra, halló que los rabinos habían añadido muchos detalles y excepciones ilógicas al mandato sencillo de no trabajar en el día de reposo. No debían prender fuego, pero sí se les permitía pagarle a un gentil que les prendiera el fuego. Llegaron al extremo que no podían comerse ni un huevo que pusiera una gallina en ese día, pero los gentiles sí podían comprar el huevo. No debían escribir con tinta en papel —en el polvo sí se les permitía escribir con el dedo—. Jesús se empeñó en mostrarles a los fariseos cuánto habían complicado el asunto con leyes detallistas, inconstantes, contradictorias e irrazonables.

Cuando Jesús tomó la copa y partió el pan con sus discípulos en el aposento alto, estableció el Nuevo Pacto que profetizó Jeremías. El Antiguo Pacto, con sus diversas leyes, caducó, según Hebreos 8:13: “Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer”. Al caducar el pacto mosaico, caducan también sus leyes específicas en cuanto al día de reposo. 

Al resucitar Jesús, leemos que los discípulos comienzan a reunirse el primer día de la semana. No fue un mandato en sí, pero llegó a establecerse como una costumbre. La celebración del domingo no fue instituida como sustituto del sábado. Los judíos creyentes sencillamente celebraban ambos días, pero con enfoques muy diferentes. No hallamos ningún mandato en el Nuevo Testamento en cuanto a cómo guardar cuál día, ni en cuanto a substituir un día por el otro. 

Lo que sí hallamos son instrucciones en cuanto a lo que simbolizan estos días: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir (énfasis nuestro)” (Colosenses 2:16-17). Está claro, en el Nuevo Testamento, que estos días festivos eran sombra del reposo que viene. Hebreos nos aclara qué simboliza esto del día de reposo para los integrantes del Nuevo Pacto. 

Hebreos 3 y 4 extensamente trata el asunto de la entrada del pueblo de Dios al reposo. Usando como ejemplo a los hijos de Israel, nos dice que la generación que salió de Egipto no entró en el reposo que les dio Josué. Al tratar este tema, nos llama a los cristianos a cuidarnos, para no caer en semejante incredulidad. Indica que el reposo final del cristiano todavía no ha llegado, y que debemos cuidarnos de ser rechazados, como lo fue Moisés. Con este pasaje, el escritor de Hebreos nos insta a vivir de tal manera que cuando pase nuestro tiempo en este desierto moderno, tengamos amplia y generosa entrada al descanso final de Dios. Este es el descanso más importante para nosotros, y no debemos ignorarlo. 

Entonces, ¿qué hacemos con el séptimo día? Ya no estamos bajo la ley de Moisés. Pero al ver que los nuevos cristianos celebraban el primer día de la semana, partiendo pan juntos y recogiendo ofrendas, nosotros aún hoy lo celebramos también. Concluimos que ni Jesús ni sus seguidores cambiaron el día de reposo al domingo. Lo que sí está claro es la costumbre de la iglesia primitiva de reunirse en este día, y hacemos bien en imitarla. 

Con todo esto, también permanecen los principios que Dios estableció en la creación. Es correcto y bueno que el hombre saque un día de siete para descansar. Escogemos dejar los quehaceres innecesarios y descansar en el día domingo. No por una ley mosaica, sino como recuerdo de nuestro descanso final. Si verdaderamente valoramos el reposo final que viene, según Hebreos 4, entonces también le daremos valor a santificar un día de nuestra semana ajetreada para recordar esta promesa. Los que no esperan entrar en el reposo final, tampoco ven valor en descansar un día de siete. 

En nuestro siglo, trabajemos arduamente en la obra que el Señor nos ha dado, pero saquemos un día de siete para descansar. Con esto, recordamos lo que Dios estableció desde el principio. No somos omnipotentes. Necesitamos un tiempo aparte de descanso. Y mayormente, al hacerlo, recordamos que aún no ha llegado el descanso final del cristiano. Cuando lleguemos a él, celebraremos el reposo final y perfecto. 

Más recursos: ¿Día de reposo, o día del Señor?

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